Martes, un poema, un día más que le mete mano a la noche del Lunes.
HOSPITAL
CENTRAL
Reflejos
que se separan lentamente de su cuerpo,
es
el mismo rostro que me mira el pie
y
los brazos y piernas abiertas del día
arrastrándose
el sudor, ese sueño muerto y cristiano que brota de la piel,
más
enfermos entran desde el mediodía.
Quema
la sangre entre las uñas
Y
el sepulcro ya es de mal gusto como todos los videntes de este mundo,
como
quien fuera crucificado,
anónimo,
yodo
en el pecho.
Perdido
en
todas las aves que vuelan de lo inmóvil
sobre
los abismos más bajos desaparecidos por la altura
de
tu dios
en
el cielo pegado en las paredes: No entre.
La
soledad está prohibida por los hombres, nadie habla de lo que realmente es
estar solo.
Dentro del bisturí,
el ayer, y boca arriba, todavía es de noche
cuando
se va la luz porque tiene asco de todo lo que se va a morir.
Es
oscuridad con la lengua afuera mientras le meten mano a la mujer de la esquina
apuñaleada con tanto amor que le dejaron los ojos abiertos.
Ese
hombre se ríe y se va a morir.
Un
silencio, dos silencios, tres silencios
Oxigeno,
oxigeno, oxigeno
Hasta
que vuelva otra vez el tiempo perdido
Eternamente
tuyo y mío, cautivo, fiel, miedo al movimiento,
Todo,
aquí, arrodillado frente a lo que me espera.
¡Tantos
cuerpos desnudos!
¡Tanto
universo!
¡Tanta
propaganda del Sol!
No hay comentarios:
Publicar un comentario