jueves, 5 de junio de 2014




Mira,
matan a la mujer de un vigilante en la puerta de su casa.
Mira, amor, mira,
la puerta con los ojos cerrados todavía está caliente
y el asesino orina sangre y sudor y lagrimas.

El trabajo, la indiferencia y los días pasan, inmensos,
catedrales, dromedarios, hernias, glándulas que revientan a cada paso
 y pasaba el tiempo tan de prisa que era mejor decir nadie la ha tocado,
es virgen, es hombre, reptil, es solo agua sobre la cama.

Ya nadie recuerda ese día ni el sonido que hace el placer
sin risas y sin rostros.

Solo las moscas saben dónde está el recuerdo.
Yo solo quiero que un gato sea su cadáver.

Mira,
el asesino es un animal muerto, y nosotros,
jaulas, circo, una masacre, un fotógrafo, una sonrisa,
chistes en morgues y funerales,
la muerte estaba gorda y la camilla chillaba
nada, nada, nada,
la mujer estaba embarazada
y el niño crece impenetrable
en la sala de espera de todos los hospitales.


Ilustración: Robada a María Mercromina.