jueves, 20 de junio de 2013



Escribir es escuchar, el destino es narrar claro




Una vez le preguntaron a Brahms, ¿maestro, cual es el secreto de su música?, a lo que Brahms respondió, cansado pero fijamente: “el secreto es que no es mía”. Es de pensar que no era suya como tampoco es de nadie, ni secreto es lo que se dice aunque no se sepa. Los músicos, así como cuando un guitarrista aparece y vemos una guitarra por arte de lo visible, todos nosotros, incluso cualquier idólatra de Eros, puede escuchar desde el propio y primigenio silencio que es escuchar. Prueba o recuerdo de esto son las adivinanzas de niño, que muchas de ellas responden al silencio vacío que todavía es imaginación. 

Sólo nos queda esa ingenuidad y las respuestas. Y sé lo que digo y lo que escucho, tan igual o aficionado como tú, que ahora me lees pero también lo sabes desde hace mucho tiempo, cuando dejaste de pensar en las palabras y las ideas cambiaron del sexo viril de la inspiración a esa forma asexuada que suena a vocal e imita, imitadora fiel de la imagen antigua de los segundos, lo que alguna vez fue visible, la música por ejemplo, y hoy es un dictador, una plana llamada arquitectura, pintura, música de cámara, escultura e incluso, me da pena decirlo, la poesía, cuando no es canto, locura o divorcio de la carne y el verbo

Escribir es el sonido mismo, la silaba y el recuerdo de otra silaba, la imagen y el silencio que luchan tibiamente en el encuentro del aire y la respiración. Ya lo sabíamos: Lo no vivido pasa por la respiración como las voces en nuestros sueños. Es el recuerdo de otra especie de instante ovíparo perpetuo, haciéndose adentro, mucho más adentro, sin nombres y sin ojos, sólo con el picoteo de la imagen sobre la carnosa membrana que seremos, fílmica y salvaje con el corazón en la escena de un Jesús desnudo en un jardín, sin génesis, sólo con la costumbre de sudar y mirar fotografías negras. El sexo del futuro será vitalidad de pupila. Lezama Lima ya lo decía: “la oscuridad penetra”. Pero el destino es narrar claro, beber de las inscripciones y entregarse al rigor de lo imposible, esa materia lirica que denuncia el limite infinito de los campos y de los catálogos, de los pórticos y las fachadas, y pasa o regresa como la muerte del mar, se detiene en la piel (unos cuerpos flotan, otros no), es cántaro y pájaro ciego de una nube detenida o un cielo no encontrado.

La ilusión y la certeza de los significados cesarán y será el gran museo de una arqueología dialéctica y musical, como cuando llamábamos al aire “estatua Sol”.

Escritores y poetas, media vida les pertenece a cada uno en la vigilia y en los sueños.
Aparece un árbol, el escritor y lo escrito: “sombra frondosa”, responde.
El mismo árbol y dicen que dijo el poeta: “verdadoso”.
Esto es lo que quiero decir, lo imagino y lo refiero a mi gente.
Todo lo demás, evitaré finales sonoros, ya lo sabemos: El destino no cría imágenes.

3 comentarios:

Amapola... dijo...

Sutilmente contundente...
Te tomaré unas frases... Porque me han hecho eco...

Un beso...

Camila Mardones Vergara dijo...

me gustan esos ruidos libres

y también me gustó arriba: eres mi madre eres mi padre y eres mi amante.

eres una piedra en un jardín vacío.

Geraudí dijo...

Amigo, me llevo estas letras para leerlas en tres de mis clases. Con tu autoría, por supuesto. Besos!